domingo, 15 de junio de 2008

Acoso y derribo a los transportistas

Hola a todos. Hacía mucho tiempo que no escribía en el blog, pero esta semana han tenido lugar una serie de acontecimientos especialmente hirientes para mí como persona y trabajador: los sucesos acaecidos como consecuencia de la huelga de transportes.

Vaya por delante que manifiesto mi total y absoluta repulsa por las agresiones realizadas por los piquetes que se han excedido en su derecho a huelga contra unos trabajadores, que en la mayoría de los casos se han visto obligados por sus patronos a trabajar.

Ahora bien, la huelga tiene sus causas motivadas, y el Gobierno debía haber advertido que la situación era por completo insostenible, con unas tarifas congeladas desde hace años y un incremento acumulado del precio del combustible (40% del coste total) en los dos últimos meses de un 25% y mucho más anteriormente, producto de la multiplicación por 4 del precio del petróleo desde la Guerra de Irak, han llevado a los transportistas a un callejón sin salida.

Esto ha sido posible por múltiples factores: la atomización del sector, que hace que la empresa fije los precios sin negociar, el espectacular incremento de los costes de transporte, la caída de la actividad económica que disminuye la demanda de transporte, unos impuestos altísimos (sobre un 60-70% del precio de su principal gasto) con 0 subvenciones, unas jornadas laborales eternas y una retribución al trabajo bajísima que han hecho que soporten estoicamente la economía española. Y sobre todo, el aumento del gas-oil de los últimos dos meses que ha hecho explotar la situación y al reducirse el sueldo en 1.500 € en dos meses por el alza de carburante junto a los viajes que deben hacer vacíos por falta de actividad económica han hecho llegar a los transportistas a un punto de no-retorno.
Y, en esta situación desesperada, llega lo inevitable: la huelga. Y, como no, cuando para un sector tan básico como el transporte, hay problemas: las piezas no llegan a las fábricas, los suministros no llegan a los supermercados y a las gasolineras no llega combustible. Cierto que hubo bloqueos y piquetes pero los hay en todas las huelgas y en ninguna se ha manifestado tanto desprecio por quienes los hacen. Y el desabastecimiento ha sido más por ansía de acaparar que el hecho de que no llegarán productos.
Y en este punto llegan los auténticos héroes para la sociedad de esta huelga: los ESQUIROLES. Antaño gente que sufría el oprobio de la traición a la clase obrera, ahora eso mismos obreros, trabajadores, sindicatos y medios de comunicación que despreciaban a los esquiroles, ahora los santifican a ellos y a su derecho al trabajo, pese a que perjudiquen a las aspiraciones del colectivo. Pero claro, antes poder comprar pollo frito, ketchup y soja que estar de lado de los trabajadores.
Los transportistas, pese a lo que digan los medios de comunicación, no son ni conservadores ni liberales, son trabajadores que se han solidarizado siempre con el movimiento obrero, no reciben ninguna subvención, al contrario, tienen impuestos de lujo sobre su principal materia prima, algo que únicamente pasa en ese sector, trabajan todo el día y parte de la noche, comen en tuppers y en restaurantes de carretera el menú permanentemente, se sacrifican pasando la semana fuera y se dedican siempre al trabajo para tener un sueldo digno y asumen las pérdidas del negocio con resignación, no pidiendo subvenciones a las primeras de cambio, como hacen agricultores y constructores.
Pero todos se han puesto de acuerdo en ir contra el sector del transporte: los medios de comunicación, incluso los de pretendida izquierda y los de la izquierda radical, los sindicatos mayoritarios (Comisiones Obreras manifiesta su "apoyo a la concentración empresarial del sector"; ACOJONONTE) y los partidos políticos.
Pero lo más decepcionante de todo ha sido la actitud del Gobierno: el Gobierno del PSOE de Zapatero, elegido por los votos de izquierda que temían una deriva del país hacia la derecha, ha actuado en esta ocasión como el más radical de los gobiernos de derecha. Ignorando las reivindicaciones de los pequeños autónomos, ha negociado con la CNTC, la gran patronal, unos acuerdos que suponen grandes beneficios para las grandes del transporte pero apenas representan 15 € al mes para los pequeños autónomos.

Y con las asociaciones que representan a los pequeños transportistas y a los transportistas sin trabajadores, la gran mayoría del sector, les ha dado la espalda y les ha exigido que se adhieran a un acuerdo draconiano en el que no se reconoce ninguna reivindicación y que ni siquiera ha negociado con ellos, con el sibilino argumento de que la gran patronal representa el 88% del sector, dando por hecho de que el que no este en esas asociaciones no secunda el paro. Como si en la huelga general del 20-J sólo hubieran contado los afiliados a CC.OO y UGT.

Además, de pasar de ellos, obligandoles a un acuerdo que no han firmado ni negociado, el Gobierno ha actuado con una represión brutal a los huelguistas que nos retrotrae al período anterior a la transición y con multas descomunales hacia los huelguistas de entre 1.500 y 6.000 € y retirada del carnet, es decir, prohibición de trabajar en su negocio y posible cierre de la empresa. ¿Desde cuándo se induce desde el Gobierno a la pérdida de trabajo de los huelguistas?

El Gobierno tiene dinero para tapar la boca con billetes a agricultores, pescadores, taxistas, bajar las cuotas sociales, apoyar la crisis del sector financiero, financiar la SGAE, eliminar el Impuesto de Patrimonio, y negociar con la patronal pero cuándo llegan los obreros sacrificados, sólo tiene palos y contundencia policial. Eso desde luego no era lo que esperabamos cuándo elegimos a un Gobierno de izquierdas, si es que este realmente lo es, y no de centro-derecha como parece.

Sr. Zapatero, me ha decepcionado, a mi y a los 400.000 transportistas que hay en este país y a muchos miles de personas más.

P.D.: Que conste que no soy transportista, pero me solidarizó al 100% con su causa, como con todas las causas nobles y justas que haya.