domingo, 28 de noviembre de 2010

El conflicto del Sahara

El conflicto del Sáhara representa la peor pesadilla que puede haber para un gobierno español en materia de diplomacia exterior.

Por un lado, no hay que olvidar que el gobierno español de la época dejo tirada literalmente a los pies de los caballos a la nación saharaui. Se desentendió del todo y hubo un pacto no escrito para entregárselo al vecino del sur. Pero el hecho es que este anuncio nunca fue oficial, y la ONU no reconoce a Marruecos como país soberano en el territorio de la antigua provincia española del Sahara Occidental, que es lo que sigue siendo. Por tanto, España tiene una deuda histórica, al no finalizar el proceso de descolonización, con la República Árabe Saharaui Democrática.

Sin embargo, Marruecos es nuestro vecino del sur, y es necesario su apoyo para mantener seguras, vigiladas y controladas nuestras fronteras. Gracias a su colaboración ya no hay pateras que cruzan el estrecho, está más o menos controlada la entrada en Ceuta y Melilla y dependemos de ellos para dificultar el narcotráfico en nuestras costas y supone un freno a la expansión del terrorismo islámico. Y no es perfecto, pero hay países árabes mucho peores. Además cada día crecen los intereses económicos y conviene tener buenas relaciones con la puerta de África.

Explicada la situación, el reciente conflicto del Sáhara ha supuesto un desafío para la política exterior española, sobre todo teniendo en cuenta el relevo ministerial. El ataque hacia el campamento saharaui, que no pedía la independencia, sino simplemente mejorar las condiciones de vida de los saharauis, ha sido monstruoso, y las represalias brutales. No hay demasiadas imágenes, pero los testimonios y el boicot informativo hablan por sí solos.

Marruecos representa el auténtico “grano en el culo” de la política exterior española, ya que nos ha tocado un vecino horrible, pero no es de recibo que tengamos que aguantar sus ataques o que cada vez que haya un problema interno salga cuestionando el status quo de Ceuta y Melilla o con disparates como reclamar islas perdidas (véase Perejil), para tapar escándalos de política interna.

Así pues, el Gobierno de España debe decidir si opta por la defensa de los Derechos Humanos, pisoteados en el conflicto del Sahara y se pone de parte del oprimido como le reclaman no sólo sus bases sino la inmensa mayoría de la población española, o bien, hacer prevalecer los intereses geopolíticos, estratégicos y económicos, y hacer de la realpolitik su moneda de cambio en política exterior.

Por desgracia, parece que ya ha elegido la segunda.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Homenaje a tres grandes

















Hoy, día 1 de Noviembre de 2.010, día de Todos los Santos, creo justo hacer un homenaje a tres personas significativas que nos han dejado este año, dos muy recientes.

En primer lugar, quiero dar un sentido recuerdo a José Saramago, ese gran hombre de las letras, ese Nobel portugués, muy ibérico y muy auténtico, que durante toda su vida lucho por las causas más justas y nobles. Saramago además fue un excepcional escritor del que todos, portugueses y también españoles, debemos sentirnos muy orgullosos.

En segundo, a Néstor Kirchner, en especial por la manera tan injusta en que se ha tratado su despedida, saltando los buitres carroñeros en pos del reparto de poder que le sucediese y algunos medios que se pusieron a profundizar en sus fallos olvidandose de que ante todo, se iba una persona, y centrándose antes en sus errores que en sus éxitos. Cabe reconocerle al menos, el haber sido artífice de sacar a Argentina de la crisis del corralito y haber acabado con la impunidad de la dictadura algo que aquí no hemos conseguido todavía.

Y en tercer y último lugar y si cabe el más importante, quiero despedir a Marcelino Camacho, un gran hombre dónde los haya, héroe y ejemplo de lo que debe ser un sindicalista, un ejemplo de lo mejor de la lucha antifranquista, un sindicalista humilde, llevando su humildad al extremo, rechazando prebendas que le podían llevar a una mejor situación, poniendo por encima de todo sus principios. Grande Marcelino.

Quiero quedarme, por encima de todos sus méritos, con su lucha continúa y con sus dos frases:

"Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante" y sobre todo

"Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar".

Joder, si no lo hizo Franco no dejemos que lo hagan ahora los mercados.

Mi pequeño homenaje, mi más sincero reconocimiento y mi admiración, sobre todo a Saramago y Marcelino y mi más sentido pésame a sus allegados.

Descansad en paz.