miércoles, 18 de mayo de 2011

Europa y el miedo

El pánico cunde en Europa. Y no sólo bursátil, que ya sabemos que ese cunde al momento por la más mínima causa. Italia expulsa a cajas destampladas, Francia cierra fronteras y toda Europa tiembla. El motivo, la llegada de 25.000 inmigrantes tunecinos huidos de su país, a una población de 300 millones de habitantes. Una inmigración descontrolada e inabarcable para los países europeos.

Mientras, sin embargo, Túnez ha acogido medio millón de inmigrantes libios sin protestar, atendiendo a motivos humanitarios, unos motivos que para Europa sólo existen en el papel pero en realidad sólo es una región del mundo que tiene miedo, miedo a todo y de todos.

Y la última, Dinamarca anuncia el cierre de fronteras, lo que a la postre podría significar el final de Schengen, o lo que es lo mismo la libre circulación de personas, mercancías y capitales (bueno, de capitales no, esos que sigan circulando sin control, que tienen más derechos que las personas). Y todo, por unas cuantas pateras que han desembarcado a casi 3.000 kilómetros de sus costas.

Así, esta es la única reacción, tan poco edificante del comportamiento europeo respecto de las revueltas del mundo árabe. Cuándo pronosticaban un éxodo e inmigración masiva se equivocaron pues en un entorno de 100 millones de personas habitando los países de las revoluciones del jazmín, sólo una ínfima parte ha emigrado. Pero como la profecía autocumplida, se empeñaron en crear una crisis dónde no la hay, en lo que es experta la ultraderecha.

Europa, una vez más vive a expensas de los ultras, que son decisivos y hacen retroceder, paralizar la Unión o hacerle adoptar políticas contra sus principios cada vez que en un país una opción radical de derechas consigue un buen resultado. Así Europa queda secuestrada una y otra vez por los ultras de Polonia, Dinamarca, Finlandia, Chequia, etc.

Y, mientras, con unos líderes cada vez menos europeístas y populistas en el peor sentido de la palabra, como Berlusconi, Sarkozy y una Merkel empeñada en que la política europea esté a expensas del discurso que necesita para vencer en la próxima elección local que tenga (aunque después casi siempre pierda), Europa se desangra en poder y prestigio.

Esta política antieuropea de la UE ha sido extendida y se ha consolidado tras el masivo triunfo de la derecha en las últimas elecciones europeas, unos conservadores rehenes en su programa de la extrema derecha, que ha consolidado sus ideas políticas dominantes y económicas. Además, dado que parece que las políticas nos las imponen desde Europa, habría que mirar que vamos a hacer en las próximas elecciones europeas.

Europa se está volviendo mezquina y renegando de lo mejor de la Unión, su peso en el mundo desciende porque es menos Europa. Y la verdad, si sigue por este camino, conseguirá que cada vez nos importe menos su pérdida de poder y de importancia de su opinión en el mundo.

Conmigo ya lo están consiguiendo, y no creo que sea el único.

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