Los resultados de las elecciones del pasado 22 de mayo han servido para despejar unas cuantas cosas y darle la razón a la estrategia del Partido Popular y de Mariano Rajoy (si es que alguna vez ha tenido estrategia) de dotarles como un plebiscito sobre la figura de Zapatero, presentarlas como una contestación a su política (lo cuál tiene cierta lógica) y a su figura, y conseguir el absurdo de intentar la retirada, a menos de un año de las elecciones), del propio Zapatero, la cuál no han conseguido, pero sí una crisis del partido que ha llevado a acelerar la elección del candidato a las próximas elecciones.
Esta estrategia ha conseguido dejar de lado que los ciudadanos premien o castiguen a sus alcaldes y presidentes autonómicos según su gestión y lo hagan en función de la pertenencia o no al mismo partido que el presidente del Gobierno. Esta estrategia puede llevar a conseguir réditos electorales, pero desde luego quita incentivos para los alcaldes y concejales a hacer bien su trabajo y permite la permisividad con conductas como la corrupción, el abuso de poder o el creerse con derecho a ganar las elecciones sin tener que hacer nada a cambio.
Las elecciones han otorgado cuatro conclusiones claras:
1) El hundimiento del Partido Socialista, en todas las regiones, de una contundencia que no admite discusión y su pérdida de poder en manos mayoritariamente del PP.
2) La sorpresa de Asturias, dónde el partido de Álvarez Cascos ha conseguido un triunfo increíble, que junto a Navarra, ha demostrado que allí dónde hay una alternativa de derechas, cualquiera que sea, es preferida al Partido Popular.
3) La irrupción de Bildu en el País Vasco, como fuerza política hegemónica en muchos de los pequeños municipios vascos, que ha conseguido aglutinar el voto más allá de las posiciones cercanas a Batasuna, sino que ha conseguido gran parte del electorado nacionalista. De como gestione estos votos, algunos prestados en aras de la paz y la normalización democrática, dependerá su futuro.
4) El movimiento 15-M ha demostrado que otra forma de hacer política es posible, que los ciudadanos se implican y que este país necesita respuestas más allá del neoliberalismo y la comodidad de unas castas demasiado bien asentadas. Su influencia en el voto no fue muy amplia, pero no era lo que se pretendía, ya que además algunos pedían el voto en blanco, otros el nulo, la abstención, el voto a los minoritarios. Sin embargo, sí que se notaron en diversos ámbitos.
Tras estas elecciones, ha habido un cambio de Gobierno significativo en todas partes, la denominada marea azul, que ha barrido, además de gran parte del poder municipal, a todo el poder autonómico del PSOE, a la espera de lo que haga IU Extremadura.
Por lo que en lugar de más defensa de lo público, tenemos una vuelta de tuerca hacia el neoliberalismo y la privatización, desde las "reformas" del PSOE a lo desconocido del PP. Nos quejábamos de políticas que tenían un reparto injusto de las cargas de la crisis y ponemos al partido con qué más se identifican los empresarios y banqueros.
Acabo como conclusión que a veces hay que tener cuidado con lo que deseamos:
-Queríamos un partido de derechas homologable al centro derecha europeo, y ya lo tenemos, pero no era el que queríamos.
-Se clamaba por el fin del bipartidismo, y ha llegado: tenemos monopartidismo del PP.
-Se pedía un ERE para los políticos y ha llegado, pero para los del PSOE y para ser sustituidos por políticos del PP, el partido impune a la corrupción.
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