Este domingo hay unas elecciones trascendentales en Grecia. Grecia se juega su soberanía e independencia. Se juega el mantener la política actual, apoyando a Nueva Democracia, el partido que falseo las cuentas en su país para entrar en el euro, apoyar un bipartidismo que le ha llevado a su situación actual, a cambio de una permanencia en el euro trufada de cada vez más sacrificios, o bien, emprender un camino nuevo, un camino desconocido, lleno de peligros pero también de ilusión.
Las encuestas dicen que la victoria se jugará entre Nueva Democracia (derecha) y Syriza (izquierda). Nueva Democracia tiene el apoyo no sólo de las élites que irresponsablemente se han escaqueado de la crisis en Grecia, sino también de toda la oligarquía, de las grandes potencias, de los gobiernos europeos casi en su totalidad, de la prensa internacional y, sobre todo, del voto del miedo.
Un miedo extendido por los poderes fácticos y la prensa a que todo va a ir a peor, a que Grecia caerá en bancarrota, que no pagará salarios, y en el que supuestas democracias como el Gobierno de Merkel, el Bundesbank y la Troika, se plantean ante la más mínima resistencia a aplicar su programa político (no olvidemos que es el suyo, no el de ND), la expulsión de Grecia del euro, la Unión Europea y el cierre de fronteras. Eso es chantaje en toda regla.
Pero no sólo es la troika y gobiernos de derecha, sino que los principales periódicos europeos, y en España la totalidad de los impresos, plantean la disyuntiva como una victoria de Syriza el mayor de los desastres.
Pero ante eso, hay que oponer una realidad. Un partido desacreditado por años de Gobierno con pésima gestión, un sistema político basado en un bipartidismo que nada tiene que envidiar con sus familias políticas a la Restauración española, una política que propone bajada de sueldos, de pensiones, despidos, cierre de servicios públicos y que provoca aumento de paro y de la deuda y que propone seguir en la misma senda, con lo cuál la situación de los griegos empeorará cada vez más sin que vean una luz al final de ningún túnel.
Syriza, el partido de izquierda (radical) se opone a esa política con un programa medido, esperanzador e ilusionante, un partido surgido de la mejor tradición de movimientos sociales, de política de verdad, de la plaza Syntagma, el "que se vayan todos", las primaveras democráticas, el 15-M, Occupy, un partido que se presenta con la esperanza de ser la voz de la sociedad, de oír el quejido del pueblo.
Pero Syriza se enfrenta a un enemigo monstruoso, casi imposible de batir: el miedo, miedo inoculado por la prensa, los medios de comunicación, los poderes fácticos, los economistas de derechas, las potencias extranjeras, miedo a la pérdida de auxilio financiero, miedo a la bancarrota y, también, miedo a lo desconocido.
Los griegos este domingo deciden Europa y no deben hacerlo pensando en la Bolsa, la prima de riesgo y todos esos indicadores -que, en realidad, no han dado la razón a quienes proponían las recetas de austeridad-. Deben decidir entre austeridad y crecimiento, si quieren mantener, o mejor dicho recuperar, su soberanía e independencia, si quieren cambiar de rumbo a Europa, si el 1% vale más que el 99% y si quieren recuperar la democracia para Europa.
El bipartidismo de una socialdemocracia castrada y una derecha sin complejos en Europa ha tenido demasiadas oportunidades y las ha desaprovechado. Quizás haya llegado el momento de dejar que una nueva opción se abra camino y que la democracia vuelva a Grecia, de dónde nunca debió irse.
Los griegos se juegan mantener un bipartidismo en Europa, en el cuál cada vez tienen menos que opinar (vota y calla), o bien jugársela a un gobierno que propone un reto esperanzador e ilusionante, un proyecto novedoso, un partido sin experiencia de Gobierno, pero tampoco de corrupción, que sólo pide una oportunidad, un partido que tiene en contra a casi toda la Europa política y económica, pero que promete hacer política ante los mercados, decir no a la sumisión y enfrentarse a los financieros.
Los griegos deciden. Toda Europa esta pendiente de su decisión, harán como Islandia o seguirán la doctrina del shock. ¿Harán regresar a Europa la democracia?
Los griegos deciden. Toda Europa esta pendiente de su decisión, harán como Islandia o seguirán la doctrina del shock. ¿Harán regresar a Europa la democracia?
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