viernes, 10 de abril de 2009

Italia en decadencia

El país transalpino, la República de Italia, en otro tiempo admirada por sus maravillas artísticas, su buen gusto, su alta costura, su alegria de vivir y sus Ferraris, es hoy un país cuya estela se apaga cada día más y pierde importancia internacional a pasos agigantados.

El país se encamina en una carrera a la autodestrucción. La Mafia cada día es más poderosa, y ha pasado de ser un teórico recuerdo del pasado, a ser la espina dorsal de la economía al sur de Nápoles. El Calcio ha pasado de ser la mejor liga del mundo a un nido de corrupción y partidos amañados dónde sus equipos cada vez pintan menos en Europa. Las doctrinas religiosas se imponen cada día más a la voluntad de la ciudadanía, y no existe otra opción política en Italia que pertenecer a su dueño y señor, Silvio Berlusconi.

El complicado sistema electoral italiano, basado en una multiplicidad de partidos y en socios de gobierno desleales que se venden al mejor postor, ha caracterizado la democracia italiana, haciendo imposible acometer las reformas estructurales necesarias en un país dónde los gobiernos no suelen durar más de un año.

La última oportunidad se le presento a Italia cuando llego Il Professore, Romano Prodi, al Gobierno italiano, merced a una pírrica victoria ante Berlusconi. La coalición del Olivo venció pero gracias a los cambios en el sistema político para favorecer a Berlusconi, hicieron imposible la tarea al gobierno, en su repetido intento de cambiar al país y así al poco tiempo cayó el Gobierno.

Con nuevas elecciones y sin un horizonte claro, la izquierda se fragmento, Berlusconi gano con gran diferencia, la auténtica izquierda se autofagocitó y quedo como oposición una rara coalición que se ha sumido en sus propias preocupaciones mientras sus votantes se desengachaban definitivamente de la política, entre un Gobierno que les avergüenza y una oposición demasiado ocupada en sus propios problemas como para ocuparse de los italianos.

Berlusconi, curiosamente llamado Il Cavalière, ha hecho lo que hizo en sus anteriores oportunidades, es decir, lo que le ha dado la gana. Leyes que le favorecían, perseguir a una familia para imponerle sus propias decisiones y liderar el Gobierno junto a los fascistas, herederos de Mussolini (como si Merkel gobernará con los neo nazis o Sarkozy con LePen).

Todo esto, en un país dónde en el sur la basura se esconde debajo de la tierra (al más puro estilo Homer Simpson), estropeando la imagen internacional de la Mozzarella, los inmigrantes son perseguidos y los valores impuestos por la rancia y populista derecha.

Todo esto, aderezado con las increíbles ocurrencias de "Il Cavalière", que se multiplican en los últimos días: dejar plantada a Merkel esperando media hora a que termine de hablar por teléfono y sus declaraciones en el terremoto seguidas de sus fantochadas populistas:

-Iros de vacaciones, ya reconstruimos nosotros (a las familias que han perdido sus casas, pertenencias y familias)

-Que se lo tomen como si fuera un cámping (refugiados en muy improvisadas tiendas de campaña sin los servicios mínimos)

-Y mi preferida, cuando le llamo Obama "el bronceado" para darle las condolencias "si de verdad lo siente ayude a reconstruir la Iglesia de L'Aquila" ¿Es o no es para matarle?

Todo esto hace la pizza que forma la Italia actual, el país de la bota, al que su Presidente no le llega ni a la altura del tacón.

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