Hoy es el día en que la justicia se ha transformado en venganza, la independencia judicial en odio y la justicia española (así, en minúscula) ha caído en la vileza. Hoy es un día de luto para la búsqueda de la justicia en España y sobre todo para la justicia universal.
Hoy ha caído Baltasar Garzón y con ello cae el juez que ha luchado contra las injusticias, injusticias que algunos llamaban búsqueda de publicidad, egocentrismo o afán de estrellato. Pero sin embargo, lo que hace que hayan tenido publicidad no es que sea Garzón quién llevase esas causas, sino que el resto de jueces no se han atrevido: no se han atrevido a luchar contra dictadores, contra narcotraficantes, contra los corruptos, contra el sostén económico del terrorismo, contra el narcotráfico o contra la política de vencedores y vencidos o lo que es lo mismo, que haya muertos de primera y muertos de segunda categoría.
Garzón en su trayectoria, no exenta de polémica, en la que mucha gente puede no estar de acuerdo con alguna de sus actuaciones, pero difícilmente se puede estar en contra de todas, ha llevado a los Tribunales a los GAL, al terrorismo de Estado, a las redes islámicas de este país, a los narcotraficantes, a Pinochet, a la trama Gürtel y especialmente, a aquellos que buscaban la verdad y a quiénes pretendían ocultarla.
La contribución de Garzón querría resumirla en tres de sus grandes marcas:
1) La apertura de juicio a Pinochet, al sentar un precedente entre las víctimas de América Latina, de sus dictaduras y de la represión, que ha abierto numerosos procesos de búsqueda de reconciliación, paz y verdad en todos esos países.
2) La persecución y acorralamiento del entorno de ETA y sus fuentes de financiación, lo que unido a la caída del nacionalismo del Gobierno vasco y la desafección de la izquierda abertzale (con una no despreciable colaboración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) ha puesto contra las cuerdas al terrorismo de ETA.
3) La búsqueda de la verdad, del reconocimiento de las víctimas y la apertura del juicio, de la causa contra el franquismo, el único juez que se ha pronunciado a favor de que la impunidad no sea norma en este país y de que todos los crímenes deban investigarse.
No deja de ser paradójico que a Garzón se le admirase por luchar contra la impunidad en Chile y sea vilipendiado por hacer lo mismo en España. Es como cuándo Charles Darwin fue admirado por escribir "El origen de las especies" y descuartizado por "El origen del hombre" cuando sólo cambiaba una palabra. Pues a Garzón le ha pasado lo mismo con Pinochet y Franco.
Garzón ha sido declarado culpable por ser un outsider, por no ser tributario del poder, por buscar por creer que la verdad y la justicia son el fundamento de la acción de un Juez y sobre todo, ha sido declarado culpable de soberbia, pero en el sentido aplicada por el mismo "Me acuso de soberbia: creí que yo solo podría acabar con la corrupción". La corrupción parece que ha acabado con él, aunque con Garzón no podrán acabar, porque no se rendirá y porque nos tendrán enfrente.
Un país se define por sus actos: en España el primer condenado por el caso Gürtel, la trama de corrupción multimillonaria que ha dejado la Comunidad Valenciana como un erial, y el primer condenado relevante por corrupción ha sido el juez que la investigaba. El único juzgado por los atroces crímenes del franquismo, el tercer mayor genocidio de Europa, (tras el Holocausto nazi y el gulag soviético) por los garrotes viles, el paseíllo, los campos de concentración y las cunetas ha sido el juez que lo investigaba, y sólo por el hecho de plantearse que cientos de miles de asesinatos pueden ser un crimen de lesa humanidad, mientras al último líder del franquismo le tocan la gaita (y no sólo a él).
La justicia española nos ha dado una lección, aquí hay una casta de intocables, pero por arriba. Y cuidado con intentar evitar que los delicuentes continúen con su actividad que te pueden entorpecer por dificultar el derecho de estafa (o era de defensa). Además, nos ha enseñado que no se deben tomar medidas para agilizar la justicia, un poder judicial (y nunca mejor dicho) que sirve para absolver a Camps y juzgar por tres veces a Garzón antes de que Carlos Fabra se siente en el banquillo, cuánto menos haga, mejor.
Hoy, gracias al tribunal supremo, los corruptos, los narcotraficantes, los empresarios mafiosos, los terroristas, la extrema derecha, los delincuentes, los genocidas y los dictadores, dormirán más tranquilos. Tienen un problema menos del que preocuparse.
Hoy, las campanas no doblan por Garzón, doblan por la Justicia independiente, doblan por el Estado de Derecho, por uno del Bienestar cada vez más recortado (unos recortes que no tenemos derecho a debatir ni decidir, sólo leyendo el BOE entre líneas y afinando la oreja mientras ministros y presidente se lo cuentan al oído a sus jefes en Bruselas), doblan por el ejemplo de búsqueda de la justicia que fue España cuando investigo a Pinochet, doblan por los derechos de las generaciones pasadas, presentes y futuras, doblan por mí, por nosotros y por tí.
1 comentario:
David, una profunda e incisiva reflexión sobre un juez que ha sufrido la Accion de la reacción.
http://mapadeutopias.blogspot.com/2012/02/regresion-democratica.html
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