Este fin de semana hemos perdido a uno de los grandes de la prensa española. Y esta vez no ha sido un periodista o un comunicador, sino algo que trasciende a todos ellos, un medio de comunicación, un medio impreso, tan necesario en estos tiempos tan volubles. Hemos perdido a un grande, no sólo por su número de ventas que ya se estaba configurando como el cuarto medio impreso generalista de tirada nacional de este país, sino grande en principios, en honestidad, en la búsqueda de la verdad y en valores. Hemos perdido a Público.
Con él, perdemos un medio de referencia para aquellos que no creíamos a pies juntillas lo que decían los poderes fácticos, que creemos en un periodismo de valores por encima de todo, un periódico dónde se pueda tener una ideología sin estar sometido a un partido, que no creemos que haya víctimas de primera y de segunda, que los problemas no se arreglan con enterrarlos y taparlos, dónde cuentan que hay otra salida a la crisis distinta, y por dónde de verdad se sale, y, sobre todo, que dice la verdad.
Público ha sido el medio dónde salían noticias que sin él no nos hubiéramos enterado, que daba voz a quienes no la tienen, que destapa estafas, que denuncia injusticias, un medio dónde los periodistas pueden sentirse orgullosos de su trabajo, que no aceptaba dinero fácil y sucio, que vendía productos conforme a sus principios y no a caprichos, el único medio dónde se le daba protagonismo a las noticias de ciencias y de los pocos que nos demostraban y enseñaban a la gente lo interesante que puede ser la ciencia y daba prioridad informativa a la posibilidad de que nuestros científicos encuentren una vacuna contra la malaria o puedan erradicar una enfermedad de la faz de la Tierra a que sepamos la última desgracia/gamberrada de adolescentes descontrolados o de hijos de famosos.
Público ha sido una cabecera de referencia para todos los que aspiramos a una sociedad mejor y se ha ido, justo cuándo más había que denunciar, porque Público era un periodismo de denuncias sin medias tintas, no como otros que pecan de contemporizar. Se nos van columnas de grandes periodistas, de humoristas que también cuentas cosas que no hacen ni puta gracia pero hay que decir, de los mejores viñetistas que ha habido en un periódico español y, sobre todo, de aquellos que nos quitaban la palabra de la boca y ponían negro sobre blanco lo que pensabamos.
Lo dicho se nos va cuándo más necesario era, cuándo la cruzada contra el Estado del Bienestar es más intensa que nunca, cuándo nuestros derechos caen cada vez que se reúne el Consejo de Ministros o se publica el BOE, cuándo más había que denunciar.
Se va y habría que pensar si podíamos haber hecho algo más, era mi periódico preferido y lo compraba de vez en cuándo, no sé si lo suficiente, y sobre todo porque en este país no es viable un periódico en el que tanta gente cree y de los pocos que hacen periodismo de calidad.
Hoy el periodismo es menos libre, más sumiso a los intereses del poder, el Estado de Derecho es más pequeño, el del Bienestar pierde a uno de sus grandes defensores y la democracia es más débil.
Público ha sido un soplo de aire fresco entre la mayoritariamente rancia prensa española. Un gran diario. Ahora nos queda sólo la edición digital. Espero que por mucho tiempo.
Diario Público, te echaremos de menos.
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