martes, 15 de diciembre de 2015

El éxito de Podemos es el fracaso de la política española



El éxito de Podemos es el fracaso de la política española. Me explico: si los grandes partidos hubieran sabido responder a los desafíos de la política española, a las expectativas de la sociedad española, si los políticos hubieran sido algo más que correa de transmisión de los partidos y hubiesen escuchado a la gente e intentado honestamente resolver sus problemas, no hubiera existido Podemos.

Podemos no tendría sentido si, sin esa corrupción masiva e institucionalizada, sin la desafección política que produce que la protesta sea reprimida a golpe, sin esa Juventud sin Futuro, sin esa colusión de intereses entre el poder político empresarial que deriva, pero no sólo, en puertas giratorias. Si la corrupción y el fraude masivo no hubiera impedido el desarrollo de un Estado del Bienestar suficiente y adecuado a las necesidades de la gente, el Partido Socialista y el Partido Popular se hubieran seguido repartiendo el poder.

Sin ese hartazgo social, sin ver que pese a cambiar de gobierno, siempre es lo mismo y lo msimo, las políticas siguen siendo más o menos las mismas, que no se resuelven los problemas reales de la gente, no habría surgido el 15-M. Si los partidos, si el PSOE, pero también Izquierda Unida (nadie esperaba que lo hiciera el PP) hubieran oído el mensaje del 15-M y actuado en consecuencia, si se hubieran abierto a la sociedad y hubieran actuado en consecuencia, no existiría Podemos.

Sin la crisis producida por un modelo depredador con pies de barro, que unos aceleraron y otros no supieron poner freno y sin alternativa, la política seguiría igual. Sin ver como aumentaba la pobreza, incluso en épocas de expansión económica, que condenaba al paro, la precariedad y el desempleo y el trabajo en negro a capas cada vez más amplia de desempleo no se hubiera provocado el “desastre económico español”.

Sin unos políticos que hacen más caso a lo que manda Bruselas y Merkel que a sus principios, que se reúnen con grandes empresarios pero no con la gente que lo pasa mal, que miran más por la supuesta eficacia de lo privado frente a lo público, no habría existido las mareas.

Si no hubiera habido políticos que se esconden, que no responden o que cuando les entrevistan responden con el argumentario sin escuchar siquiera la pregunta y que no escuchan no hubiera existido el “no nos representan”.

Si el bipartidismo hubiera estado a la altura de un país decente o Izquierda Unida hubiese sabido agrupar el descontento social, nada de esto hubiera ocurrido. Si la España oficial, la del Congreso se pareciese a la España real, no habría existido Podemos. No habría nacido el partido y seguramente Pablo Iglesias siguiera dando clases en la universidad, y si hubiera existido habría obtenido unos resultados testimoniales.

Podemos es producto de la coyuntura histórica, de un grito ahogado de necesidad de cambio. Como ellos mismo dicen, han cambiado las reglas del juego, han cambiado la política que tardará mucho tiempo en ser otra vez la misma. Podemos es el partido que lo cambio todo, hablo de las puertas giratorias, tuvo siempre presente el problema de la corrupción, los desahucios y la pobreza e introdujo en el debate político a aquellos que no son clase media. En ese sentido, pase lo que pasé ya han ganado.

Cierto es que su camino al pragmatismo o a la madurez y, sobre todo, el auge de Ciudadanos ha frustrado muchas expectativas. Se ha caído el proceso constituyente, la renta básica universal y el entierro de la cultura de la Transición. Ciudadanos en eso también ha ganado, sin embargo, nada será igual después de las elecciones.

Podemos ha abierto una brecha en el sistema, lo ha regenerado y abierto las posibilidades de cambio.

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