sábado, 22 de marzo de 2008

Los retos del Gobierno

Tras la victoria electoral y el análisis de los resultados, ahora toca pasar a la acción. Ahora analizaré cuáles son los principales retos del nuevo Gobierno, que son muchos y algunos con difícil solución, pero necesarios afrontarlos para hacer de este un país mejor y mejorar la calidad de vida de sus gentes. Estos son los principales problemas:

-Inflación: hay que tomar una acción decidida para contener y estabilizar el incremento de los precios, que esta disparado, especialmente en los productos sensibles, como alimentos y combustibles, que pueden lastrar las economías familiares españolas. Una vez controlada la subida del Euríbor, es necesario un observatorio de precios de los bienes básicos, una lucha por eliminar el diferencial de inflación, una reforma del IPC para que sea más realista, buscar la eliminación del diferencial de inflación con la UE y atacar la inflación subyacente mediante medidas como fomento de la Competencia, previsión realista del IPC y reformas estructurales.

-Crisis económica: se deben analizar, ya sin electoralismo que justifique la negación, la dimensión real de la crisis y tomar medidas de ayuda para que no afecte a los de siempre, y se rectifique el rumbo hacia un nuevo modelo de crecimiento más equilibrado y tomar las riendas para las reformas estructurales.

-Parón inmobiliario: después de una expansión sin límites, estamos viendo una contracción del mercado inmobilario debido a la sobreoferta y a los precios prohibitivos. En estos momentos, dónde el paro en la construcción e industrias auxiliares ya ha empezado a subir, deben destinarse más esfuerzos a obra pública, fomento del alquiler (en obra nueva) y mejora de infraestructuras, que corrijan la situación hacia una moderada desaceleración. También sería conveniente cambiar de un modelo dónde la propiedad es todo a un mayor alquiler que fomente la movilidad personal y profesional.

-Cambio en el modelo de crecimiento: el modelo del ladrillo toca a su fin. Con una bajísima productividad y un modelo basado en el enriquecimiento rápido en actividades de escaso valor añadido, toca cambiar el modelo hacia uno más sostenible, más dependientes de I+D, actividades de alto valor tecnológico y más intensivas en capital. Asimismo, y es prioridad urgente cambiar el modelo basado casi en exclusiva en la demanda a uno más equilibrado y con mayor peso del comercio exterior, de forma que se anule la aportación negativa del sector exterior al PIB.

-Política social: después del parón que sufrió la política social a mitad de la legislatura, reactivado al final con medidas sociales para atraer al electorado de izquierdas, el reto ahora es hacer una verdadera política de izquierdas, no sólo para las izquierdas de nuevo cuño (homosexuales, mujeres, verdes, artistas "de izquierdas", etc.), sino también para el soporte básico de la izquierda: los trabajadores, obreros, clases medias-bajas, pobres, y el nuevo proletariado informacional, que son los que más anhelan un Partido Socialista y Obrero con dos cojones y sin complejos ante la derecha.

-Dependencia energética: el modelo energético español es un desastre sin paliativos. La mayoría de la energía depende de combustibles fósiles importados, en especial petróleo y gas natural (proveniente éste casi en exclusiva de Argelia), de regiones bastante inestables. Pese a que últimamente se invierte mucho en energías renovables, estas deben sustituir a los combustibles fósiles y no a la energía nuclear, sin emisiones de CO2. Igualmente, hace falta una apuesta más decidida, con medidas y planes concretos, por Kyoto.

-Política exterior: una vez situada de nuevo en la órbita de la UE, España debe dirigirse a aumentar su influencia en América Latina, Europa del Este, en especial, Rumanía y Bulgaria, una mejora de las relaciones transatlánticas, acrecentar la influencia conseguida en el África Occidental y el Golfo de Guinea y, sobre todo, tener una presencia destacada en el Lejano Oriente, en especial, China, India, Japón y el sudeste asiático así como en Oceanía, agujero negro de la diplomacia española. Asimismo, debe tener mayor influencia en los órganos decisivos.

-Inmigración: tras las elecciones, debe haber un cambio decidido en la política migratoria, hacia un flujo ordenado y controlado de inmigrantes admitidos. No se puede mantener de manera sostenible el crecimiento de la inmigración sin dar soluciones reales.

-Iglesia: es urgente, de una vez por todas, la reforma del Concordato con la Iglesia y desposeerla de privilegios adquiridos por razón divina. No es justo ni democrático que en Estado aconfesional o laico, una religión tenga privilegios sobre otras y éste más allá del bien y el mal, puede despedir a profesores que paga el Estado por motivos que atentan contra la Constitución.

-Ley Electoral: hay que cambiar ésta ley, porque atenta contra el principio de un hombre, un voto, perjudica a las fuerzas ideológicas nacionales y fomenta la creación de partidos regionales y nacionalistas.

-Entendimiento con el PP: debe pactarse, siempre que la oposición sea razonablemente responsable, y junto a las demás fuerzas políticas, acuerdos en materias clave como educación (no se puede cambiar la ley cada dos por tres), política exterior, inmigración, seguridad, terrorismo (incluyendo especialmente a los vascos), justicia y reforma de las administraciones públicas, así como en la medida de lo posible de reforma de la Constitución. Tras la nueva composición del Congreso, PSOE y PP están "condenados a entenderse".

Cuatro años se le dan al presidente Zapatero para que lo haga, tiene bastante margen de maniobra. Se han hecho muchas cosas en estos cuatro años, pero quedan aún más tareas pendientes. La duda está en si habrá voluntad o poder para hacerlo todo, ya que algunas medidas tienen un coste electoral. Pero ésto es lo que necesita España. Por eso, yo le deseo a Zapatero:

¡Buenas noches, y buena suerte!

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